"Dicen que una de nuestras mayores fortalezas es la fe, y uno de los mayores errores darse por vencido, y sin duda la mayor bendición es el amor. Las tres cualidades se unieron en esta historia, la de Verónica y Aitor. Quizás no sabían cuál iba a ser el camino a recorrer, pero tuvieron fe, no se dieron por vencidos y el amor… el amor vivía dentro de ellos.
Y es que cuando todo parece venirse abajo, pueden cruzarse en tu camino de la forma más insospechada, personas y circunstancias que sólo hay que darles paso. Paso para que todo comience a funcionar como es deseado, y así fue. Porque si tu pides a la vida, la vida te da. Y Verónica y Aitor pidieron, y en el momento en el que todo hacía indicar con resignación que tenían que aplazar su día por segunda vez… todo cambió.
Y si algo bonito nos ha dejado el episodio que estamos viviendo, es que los sueños pueden hacerse realidad, aun cuando todo parece estar en su contra. Que cuando se unen fuerzas, sueños y amor todo fluye. Y el 27 de junio todo volvió a fluir ¡vamos que si lo hizo!.
En mitad del bosque, entre montañas de ensueño, donde cielo y la tierra de unen. Donde el viento hace alcanzar de la manera más sublime, el mayor de sus sueños. Donde unirse y confesarse su amor, ante el mejor de los testigos, la naturaleza, fue el mejor de los regalos.
Sentimientos a flor de piel, una tarde perfecta, emociones tan intensas que parecían silenciar hasta los propios sonidos del bosque y el sonido de la alboka que traspasó sus corazones. Y su beso, su beso nos emocionó a todos los que hicimos posible este sueño.
Una pareja y un paisaje que esa tarde bailaron al mismo son, integrando cada uno de sus sentimientos, por todas partes. Un equipo concienciado al 100 % con la sostenibilidad, el cuidado del planeta y hacer feliz a una pareja. Y por supuesto, dos organizadoras, que se involucraron en este proyecto con la certeza de que lo que hacían merecía la pena."